Todo hombre, según el Buda, es un enfermo mental hasta que no alcanza el estado de los Arahats, los despiertos, iluminados, los cuales son la culminación de la práctica budista y son las únicas personas con salud mental perfecta. Para el Buda que recibía, entre otros, los títulos del “Insuperable médico y cirujano” o “Insuperable entrenador de la personalidad”, mientras uno no despierta al conocimiento de su auténtica naturaleza y se mantiene identificado con una conciencia engañosa de su verdadera personalidad, la enfermedad mental, en sus distintas expresiones patológicas -de pathos, sufrimiento-, estará presente en su vida. Este artículo formará parte del primero de los dos números monográficos próximos de la revista "The Ecologist" dedicados a las enfermedades mentales.
El origen del sufrimiento se ha abordado desde Oriente y desde Occidente desde distintas epistemologías y metodologías. Pero desde hace más de un siglo ...
Occidente ha mirado al budismo en búsqueda de abordajes diferentes sobre la infelicidad humana. Erich Fromm extendió el interés por el budismo a través de su libro Budismo zen y psicoanálisis. El terreno estaba abonado, década de los 60, con el movimiento hippie cuestionando la cultura dominante volcada en el materialismo feroz, el cientifismo y en la veneración de ídolos con pies de barro. En aquellos tiempos muchos psicoterapeutas empiezan a practicar meditación Zen y van descubriendo ciertos paralelismos entre el abordaje psicoterapéutico del budismo y el occidental.
MEDITACIÓN TERAPÉUTICA
En 1977 la Asociación Americana de Psiquiatría recomienda examinar la eficacia clínica de la meditación y en 1979 el biólogo y médico Jon-Kabat-Zinn, meditador y científico, decide extraer una práctica de meditación del marco tradicional del budismo, y secularizarla para hacer accesible las capacidades sanadoras y transformadoras, que él había experimentado, al mundo laico occidental a través de un programa de reducción de estrés basado en Mindfulness -o Atención Plena-: el MBSR que aplicó con éxito en la Clínica de Reducción de Estrés de Massachuset fue el hito definitivo que unió dos epistemologías supuestamente incompatibles desde ambos lados: las tradiciones meditativas con la ciencias. Ese extraño maridaje, pues según algunos autores lo menor -la ciencia-, no puede explicar a lo mayor -la sabiduría que nace de la contemplación y/o meditación-, dio entre sus frutos cientos de estudios de investigación elaborados desde las universidades más prestigiosas del mundo, que buscaban comprobar objetivamente por qué la meditación parece que subjetivamente transforma.
Esos estudios han crecido de forma exponencial y apuntan a su eficacia en el tratamiento de síntomas relacionados con la depresión, la ansiedad o el retardo del deterioro cognitivo, entre otras aplicaciones. La generación de distintas psicoterapias llamadas de tercera generación basadas en el budismo y en la utilización de prácticas meditativas como el Mindfullness no han dejado de crecer. Al día de hoy su uso se ha extendido incluso, más allá de la psicología clínica, al ámbito de la psicología de la salud, la psicología del trabajo, o, también, al de la psicología educativa.
¿QUÉ ES MINDFULNESS?
Mindfullness es la traducción inglesa de la palabra sati: que literalmente quiere decir recuerdo. Puede tener dos acepciones:
Recta atención, estar centrado en el recuerdo, en el sentido de mantener una inquebrantable atención hacia la realidad presente. Lo opuesto a la atención consciente sería el olvido. También tiene una acepción de memoria, de recuerdo de las enseñanzas para construir una comprensión intelectual del Dharma -las enseñanzas budistas-, y, al estar conmemoradas en la mente, poder ser aplicadas en cada momento crucial de la vida. Como decía el Oráculo de Delfos: “Reflexiona sobre lo que hayas escuchado.”En español se ha traducido como Atención Plena y ha ido transformando sus significados al adecuarse a las necesidades del hombre occidental aquejado de patologías desconocidas para el hombre oriental. Para Jon Kabat Zinn Mindfulness, es “la conciencia que surge al prestar atención de forma intencionada al presente sin juzgar”. Según este autor constituye básicamente una forma determinada de prestar atención que pertenece a las capacidades de cualquier ser humano, y que por sí misma es una herramienta de sanación y de autocomprensión.
Esta forma de atender que nos permite una experiencia plena del presente con aceptación y apertura es una habilidad y/o un estado de consciencia muy valioso para la realización personal y espiritual, pero que no se da de forma espontánea, por lo cual todas las tradiciones han ideado métodos para cultivarla, destacando en ese campo el budismo, que ha elaborado una disciplina precisa para aprender a recolectar la atención e iluminar el presente discriminando lo que nos hace bien de lo que nos hace mal.
CRÍTICAS
Mindfulness ha recibido duras críticas desde los sectores tradicionales por extraer uno de los ocho elementos del camino budista para la liberación del sufrimiento: el Óctuple Sendero, que consta no solo de un método, en el que estaría el Mindfulness, sino una verdad y una ética o cuerpo de virtud. Jon Kabat Zin responde que él intentó “no fragmentar o descontextualizar las enseñanzas budistas, el Dharma, con su programa del MBSR, sino ponerlo en contexto dentro del marco de la ciencia, la medicina y el cuidado de la salud de manera que pudiera ser de la máxima utilidad para las personas que no lo podían escuchar o acercarse a él a través de las puertas de entrada más tradicionales (el término “tradicional” hay que leerlo en su acepción “guenoniana”)”.
Así que tenemos una reinterpretación de una práctica milenaria, despojada de sus notas culturales y religiosas, que está siendo fecundada con la semilla y el sesgo de la investigación científica para adaptarse como práctica clínica con probados efectos terapéuticos para afrontar el estrés, la ansiedad y múltiples patologías mentales, incluido el dolor crónico, dando resultados esperanzadores para muchos enfermos desahuciados por la psiquiatría clásica, abocados a tratamientos con terribles efectos secundarios. Una herramienta por tanto de pretensiones más humildes que la salud mental perfecta del Buda, que es aquel que realiza el estado original y primordial y se libera del origen de todas las patologías mentales: el yo ilusorio, el ego. Por eso para algunos psicólogos simpatizantes o practicantes más o menos comprometidos con el budismo, aunque sea moderno, es importante reconocer sus orígenes, y recordar (sati) las enseñanzas reveladas -sabiduría y virtud- que surgen del corazón de un Buda, pues si no se corre el riesgo de desposeer a la atención de intención y motivación y desarrollar la atención incluso para realizar el mal. Todo lo que no tiene raíces en el Cielo de los Principios absolutos y/o reales acaba pereciendo.
EN CONTEXTOS DE SALUD
Jon Kabat Zinn puso a prueba el Mindfulness como herramienta para aliviar el sufrimiento en los lugares donde más se concentra: en los hospitales. Y desarrolló una serie de prácticas basadas en el corazón de la meditación budista con las que buscaba, más que curar, sanar la relación de sus pacientes con sus enfermedades. Vivir con ellas desde la amable actitud de la aceptación, descubriendo con ello que esa misma aceptación era muchas veces fuente de curación. Así que tenemos una herramienta milenaria, que es a la vez una habilidad universal, que llega en un momento de crisis generalizada, en el que las enfermedades mentales crecen de forma exponencial (España está en el segundo puesto en ingesta de antidepresivos). Estrés, ansiedad y finalmente depresión asolan los paisajes del alma occidental que clama en la noche de su pérdida de brújula y encuentra en el aspecto psicoterapéutico del budismo desarrollado en el Mindfulness una medicina con sabor a sabiduría: “La felicidad y el sufrimiento están en la mente”, decía el Buda. Y uno de sus discípulos de este siglo, el Lama Yeshe, nos recordaba recientemente que “conocer tu mente es la solución a todos tus problemas, las personas se vuelven locas por falta de sabiduría interior, por no saber examinar su mente”. Curiosamente meditación y medicina comparten la misma raíz latína medere, que significa curar y que viene del indoeuropeo medir, en el sentido platónico de que cada cosa tiene su justa medida interior, así que medicina sería la restauración de esa medida, de ese equilibrio perdido. Y meditación sería la percepción directa de la justa medida interior, el equilibrio a través de la observación sistemática de todo lo que tiene que ver con el ser humano, sus sensaciones, emociones, pensamientos y finalmente a la propia mente que según el budismo es la creadora del mundo.
EN LA UNIVERSIDAD
A lo largo de siete meses he asistido a las clases magistrales de los principales investigadores, psicólogos y psiquiatras que en España están desarrollando terapéuticamente Mindfulness y que son convocados por la Universidad Complutense para enseñarnos a través de un máster a usar esta herramienta en contextos de salud. La Dra Beatriz Rodríguez, psiquiatra en el Hospital Universitario La Paz de Madrid, nos comentaba cómo “en el dolor crónico la observación con distanciamiento de la experiencia de dolor produce una desvinculación de la experiencia de dolor de la valoración más afectiva y de la reacción de alarma”. O cómo trastornos de la alimentación, de diabetes o traumas… pueden ser tratados con notable éxito con estas nuevas medicinas cuerpo-mente que promueven la aceptación: “La aceptación es el hermano pequeño del cambio, sólo si se acepta algo es cuando se puede empezar a intentar cambiar”, señala la doctora.
Ausiàs Cebolla nos hablaba de un programa basado en atención plena en una unidad de tratamiento para niños y adolescentes con trastornos mentales graves que había revolucionado la vida de sus padres. El Dr Vicente Simón, catedrático de Psicobiología, nos daba un excelente acrónimo SODA (Si Observas Desactivas el Automatismo) y nos hablaba de un programa de Mindfulness y autocompasión, el MSC que está revolucionando el corazón de los dolientes. Son profesionales de la salud mental que han reconocido previamente en sus propias almas a la “loca de la casa” de la que hablaba San Bernardo y que han decidido practicar la meditación de la atención consciente para poder silenciar el ruido de la mente ordinaria y escuchar el silencio de la verdadera paz que reside en las profundidades de esa misma mente universal, ya sin nubes, pura espaciosidad y dicha divina, la medicina de la Realidad.
Beatriz Calvo
www.ecologíadelalma.es
EL MUNDO ESTÁ EN EL ALMA
PODEROSAS MEDICINAS PARA EL ESPÍRITU
El Mindfulness va llegando poco a poco a nuestro país (en Estados Unidos ya hay más de 300 o 400 hospitales que están utilizando el MBSR -reducción de estrés basado en Mindfulness-). Cada vez son más los psiquiatras, psicólogos, terapeutas… que introducen las poderosas medicinas del “Insuperable médico y cirujano” para el alma: atención al momento presente, en lugar de estar pendiente del pasado (rumiaciones) o del futuro (expectativas, temores, deseos). Apertura a la experiencia sin el filtro de las propias creencias, con mente de principiante, como si fuera la primera vez que observamos nuestra ira, su matices, colores, sensaciones… La aceptación en el sentido de no prejuzgar, pre-etiquetar, sin resistencia a que la tristeza ha aparecido en mi campo de conciencia y yo la acepto pues trae un mensaje que me habla de mí mismo… y en última instancia comprender desde esa aceptación que yo no soy la tristeza, sino quien lo observa. El desapego de dejar ir, no quedarse enganchado a ningún pensamiento, sensación o emoción, dejarlos emerger, informarnos, y desaparecer, como las nubes pasajeras de cualquier inmutable cielo, es lo que en psicología se llama difusión cognitiva, que nos permite comprender que los pensamientos no son reflejos de la realidad sino condicionamientos de nuestra sistema de interpretación. Y finalmente la intención que en su primer estadio para un aquejado de sufrimiento mental, es decir para todos y cada uno de los monos locos que habitan en cada una de las almas humanas ocultando nuestra verdadera naturaleza, es la autorregulación, para convertirse poco a poco en autopexploración y, si Dios quiere, en liberación. Porque la experiencia trascendente es la única que realmente sana el dolor del alma, que se siente separada y por lo tanto amenazada y cree entonces que ha de construir con su mente un sofisticado y a la vez primario sistema de defensa para que no le dañe el mundo; el mundo, que, como decía Valmiki, está en el alma…
En 1977 la Asociación Americana de Psiquiatría recomienda examinar la eficacia clínica de la meditación y en 1979 el biólogo y médico Jon-Kabat-Zinn, meditador y científico, decide extraer una práctica de meditación del marco tradicional del budismo, y secularizarla para hacer accesible las capacidades sanadoras y transformadoras, que él había experimentado, al mundo laico occidental a través de un programa de reducción de estrés basado en Mindfulness -o Atención Plena-: el MBSR que aplicó con éxito en la Clínica de Reducción de Estrés de Massachuset fue el hito definitivo que unió dos epistemologías supuestamente incompatibles desde ambos lados: las tradiciones meditativas con la ciencias. Ese extraño maridaje, pues según algunos autores lo menor -la ciencia-, no puede explicar a lo mayor -la sabiduría que nace de la contemplación y/o meditación-, dio entre sus frutos cientos de estudios de investigación elaborados desde las universidades más prestigiosas del mundo, que buscaban comprobar objetivamente por qué la meditación parece que subjetivamente transforma.
Esos estudios han crecido de forma exponencial y apuntan a su eficacia en el tratamiento de síntomas relacionados con la depresión, la ansiedad o el retardo del deterioro cognitivo, entre otras aplicaciones. La generación de distintas psicoterapias llamadas de tercera generación basadas en el budismo y en la utilización de prácticas meditativas como el Mindfullness no han dejado de crecer. Al día de hoy su uso se ha extendido incluso, más allá de la psicología clínica, al ámbito de la psicología de la salud, la psicología del trabajo, o, también, al de la psicología educativa.
¿QUÉ ES MINDFULNESS?
Mindfullness es la traducción inglesa de la palabra sati: que literalmente quiere decir recuerdo. Puede tener dos acepciones:
Recta atención, estar centrado en el recuerdo, en el sentido de mantener una inquebrantable atención hacia la realidad presente. Lo opuesto a la atención consciente sería el olvido. También tiene una acepción de memoria, de recuerdo de las enseñanzas para construir una comprensión intelectual del Dharma -las enseñanzas budistas-, y, al estar conmemoradas en la mente, poder ser aplicadas en cada momento crucial de la vida. Como decía el Oráculo de Delfos: “Reflexiona sobre lo que hayas escuchado.”En español se ha traducido como Atención Plena y ha ido transformando sus significados al adecuarse a las necesidades del hombre occidental aquejado de patologías desconocidas para el hombre oriental. Para Jon Kabat Zinn Mindfulness, es “la conciencia que surge al prestar atención de forma intencionada al presente sin juzgar”. Según este autor constituye básicamente una forma determinada de prestar atención que pertenece a las capacidades de cualquier ser humano, y que por sí misma es una herramienta de sanación y de autocomprensión.
Esta forma de atender que nos permite una experiencia plena del presente con aceptación y apertura es una habilidad y/o un estado de consciencia muy valioso para la realización personal y espiritual, pero que no se da de forma espontánea, por lo cual todas las tradiciones han ideado métodos para cultivarla, destacando en ese campo el budismo, que ha elaborado una disciplina precisa para aprender a recolectar la atención e iluminar el presente discriminando lo que nos hace bien de lo que nos hace mal.
CRÍTICAS
Mindfulness ha recibido duras críticas desde los sectores tradicionales por extraer uno de los ocho elementos del camino budista para la liberación del sufrimiento: el Óctuple Sendero, que consta no solo de un método, en el que estaría el Mindfulness, sino una verdad y una ética o cuerpo de virtud. Jon Kabat Zin responde que él intentó “no fragmentar o descontextualizar las enseñanzas budistas, el Dharma, con su programa del MBSR, sino ponerlo en contexto dentro del marco de la ciencia, la medicina y el cuidado de la salud de manera que pudiera ser de la máxima utilidad para las personas que no lo podían escuchar o acercarse a él a través de las puertas de entrada más tradicionales (el término “tradicional” hay que leerlo en su acepción “guenoniana”)”.
Así que tenemos una reinterpretación de una práctica milenaria, despojada de sus notas culturales y religiosas, que está siendo fecundada con la semilla y el sesgo de la investigación científica para adaptarse como práctica clínica con probados efectos terapéuticos para afrontar el estrés, la ansiedad y múltiples patologías mentales, incluido el dolor crónico, dando resultados esperanzadores para muchos enfermos desahuciados por la psiquiatría clásica, abocados a tratamientos con terribles efectos secundarios. Una herramienta por tanto de pretensiones más humildes que la salud mental perfecta del Buda, que es aquel que realiza el estado original y primordial y se libera del origen de todas las patologías mentales: el yo ilusorio, el ego. Por eso para algunos psicólogos simpatizantes o practicantes más o menos comprometidos con el budismo, aunque sea moderno, es importante reconocer sus orígenes, y recordar (sati) las enseñanzas reveladas -sabiduría y virtud- que surgen del corazón de un Buda, pues si no se corre el riesgo de desposeer a la atención de intención y motivación y desarrollar la atención incluso para realizar el mal. Todo lo que no tiene raíces en el Cielo de los Principios absolutos y/o reales acaba pereciendo.
EN CONTEXTOS DE SALUD
Jon Kabat Zinn puso a prueba el Mindfulness como herramienta para aliviar el sufrimiento en los lugares donde más se concentra: en los hospitales. Y desarrolló una serie de prácticas basadas en el corazón de la meditación budista con las que buscaba, más que curar, sanar la relación de sus pacientes con sus enfermedades. Vivir con ellas desde la amable actitud de la aceptación, descubriendo con ello que esa misma aceptación era muchas veces fuente de curación. Así que tenemos una herramienta milenaria, que es a la vez una habilidad universal, que llega en un momento de crisis generalizada, en el que las enfermedades mentales crecen de forma exponencial (España está en el segundo puesto en ingesta de antidepresivos). Estrés, ansiedad y finalmente depresión asolan los paisajes del alma occidental que clama en la noche de su pérdida de brújula y encuentra en el aspecto psicoterapéutico del budismo desarrollado en el Mindfulness una medicina con sabor a sabiduría: “La felicidad y el sufrimiento están en la mente”, decía el Buda. Y uno de sus discípulos de este siglo, el Lama Yeshe, nos recordaba recientemente que “conocer tu mente es la solución a todos tus problemas, las personas se vuelven locas por falta de sabiduría interior, por no saber examinar su mente”. Curiosamente meditación y medicina comparten la misma raíz latína medere, que significa curar y que viene del indoeuropeo medir, en el sentido platónico de que cada cosa tiene su justa medida interior, así que medicina sería la restauración de esa medida, de ese equilibrio perdido. Y meditación sería la percepción directa de la justa medida interior, el equilibrio a través de la observación sistemática de todo lo que tiene que ver con el ser humano, sus sensaciones, emociones, pensamientos y finalmente a la propia mente que según el budismo es la creadora del mundo.
EN LA UNIVERSIDAD
A lo largo de siete meses he asistido a las clases magistrales de los principales investigadores, psicólogos y psiquiatras que en España están desarrollando terapéuticamente Mindfulness y que son convocados por la Universidad Complutense para enseñarnos a través de un máster a usar esta herramienta en contextos de salud. La Dra Beatriz Rodríguez, psiquiatra en el Hospital Universitario La Paz de Madrid, nos comentaba cómo “en el dolor crónico la observación con distanciamiento de la experiencia de dolor produce una desvinculación de la experiencia de dolor de la valoración más afectiva y de la reacción de alarma”. O cómo trastornos de la alimentación, de diabetes o traumas… pueden ser tratados con notable éxito con estas nuevas medicinas cuerpo-mente que promueven la aceptación: “La aceptación es el hermano pequeño del cambio, sólo si se acepta algo es cuando se puede empezar a intentar cambiar”, señala la doctora.
Ausiàs Cebolla nos hablaba de un programa basado en atención plena en una unidad de tratamiento para niños y adolescentes con trastornos mentales graves que había revolucionado la vida de sus padres. El Dr Vicente Simón, catedrático de Psicobiología, nos daba un excelente acrónimo SODA (Si Observas Desactivas el Automatismo) y nos hablaba de un programa de Mindfulness y autocompasión, el MSC que está revolucionando el corazón de los dolientes. Son profesionales de la salud mental que han reconocido previamente en sus propias almas a la “loca de la casa” de la que hablaba San Bernardo y que han decidido practicar la meditación de la atención consciente para poder silenciar el ruido de la mente ordinaria y escuchar el silencio de la verdadera paz que reside en las profundidades de esa misma mente universal, ya sin nubes, pura espaciosidad y dicha divina, la medicina de la Realidad.
Beatriz Calvo
www.ecologíadelalma.es
EL MUNDO ESTÁ EN EL ALMA
PODEROSAS MEDICINAS PARA EL ESPÍRITU
El Mindfulness va llegando poco a poco a nuestro país (en Estados Unidos ya hay más de 300 o 400 hospitales que están utilizando el MBSR -reducción de estrés basado en Mindfulness-). Cada vez son más los psiquiatras, psicólogos, terapeutas… que introducen las poderosas medicinas del “Insuperable médico y cirujano” para el alma: atención al momento presente, en lugar de estar pendiente del pasado (rumiaciones) o del futuro (expectativas, temores, deseos). Apertura a la experiencia sin el filtro de las propias creencias, con mente de principiante, como si fuera la primera vez que observamos nuestra ira, su matices, colores, sensaciones… La aceptación en el sentido de no prejuzgar, pre-etiquetar, sin resistencia a que la tristeza ha aparecido en mi campo de conciencia y yo la acepto pues trae un mensaje que me habla de mí mismo… y en última instancia comprender desde esa aceptación que yo no soy la tristeza, sino quien lo observa. El desapego de dejar ir, no quedarse enganchado a ningún pensamiento, sensación o emoción, dejarlos emerger, informarnos, y desaparecer, como las nubes pasajeras de cualquier inmutable cielo, es lo que en psicología se llama difusión cognitiva, que nos permite comprender que los pensamientos no son reflejos de la realidad sino condicionamientos de nuestra sistema de interpretación. Y finalmente la intención que en su primer estadio para un aquejado de sufrimiento mental, es decir para todos y cada uno de los monos locos que habitan en cada una de las almas humanas ocultando nuestra verdadera naturaleza, es la autorregulación, para convertirse poco a poco en autopexploración y, si Dios quiere, en liberación. Porque la experiencia trascendente es la única que realmente sana el dolor del alma, que se siente separada y por lo tanto amenazada y cree entonces que ha de construir con su mente un sofisticado y a la vez primario sistema de defensa para que no le dañe el mundo; el mundo, que, como decía Valmiki, está en el alma…
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